Conócete
Nuestra investigación debe empezar por lo que nos permite tener la experiencia de vida, lo que llamamos un vehículo está compuesto por un cuerpo, una mente, y un espíritu. La razón por la que lo llamamos mente/cuerpo/espíritu, en mi opinión, dándole precedencia a la mente, es porque la mente es la que genera la realidad. Por eso, nuestro propósito es estudiar la mente.
Sin embargo, normalmente intentamos estudiar la mente desde la mente, lo cual genera nuevos patrones mentales. Aunque esto puede ser útil para producir nuevas maneras de entender los movimientos individuales de nuestra personalidad, lo que nos interesa es entender la mente sin producir más comportamientos personales.
“Si usas tu mente para estudiar la realidad, no vas a entender ni tu mente ni la realidad. Si estudias la realidad sin usar la mente, entenderás ambas”.
Bodhidharma
El propósito de este estudio profundo de la mente, es permitir que aquello que desea manifestarse por voluntad divina lo haga sin la intervención de nuestro ego o identificación con los pensamientos. Es permitir que el canal del espíritu se amplíe y de esa manera manifestar la divinidad a través del instrumento que somos.
Aquí hay una dinámica que debe ser comprendida al final del estudio, porque sacado de contexto puede confundirse con dejar de usar la mente, o considerar que la mente es inútil. No se trata de eso, es darle su puesto a la mente al reconocer lo que la precede: la consciencia. Ese es el objetivo de este taller.
A través de la mente se está generando el cuerpo, y esto lo podemos investigar y corroborar al hacer una observación de cómo se generan las sensaciones en el cuerpo, y cómo son inextricablemente producto de la mente.
“El cuerpo es una criatura creada por la mente.”
Ra 5.2
Por el otro lado, como ya mencioné, el espíritu es un canal por el que la mente no sólo recibe las destilaciones de la infinidad inteligente, sino que funciona como un conector de la misma. Dicho de otra manera, el espíritu es lo que permite el flujo de información, en ambas vías, a través de la mente para hacer contacto con y recibir de esta energía universal.
“Este complejo espiritual es el canal por el cual los influjos de todos los diversos influjos [mentales] universales, planetarios y personales pueden canalizarse hacia las raíces de la consciencia, y por el cual la consciencia puede canalizarse hacia la puerta de la infinidad inteligente a través de la energía inteligente equilibrada del cuerpo y la mente”.
Ra 30.2
Por eso nuestro enfoque va a ser en la dirección de hacer contacto con lo que llamamos infinidad inteligente, estimulando lo que es la evolución espiritual que amplía nuestra capacidad de poder apreciar la creación y vivir en ella como es nuestro destino: en dicha, agradecimiento, y amor hacia todas las cosas. El portal de este contacto es el Yo Soy.
¿Quién soy?
La búsqueda espiritual es una crisis de identidad, porque lo que motiva esta exploración en su corazón mismo es la pregunta ¿quién soy? Debido a que en toda nuestra vida le hemos otorgado la capacidad de responder esa pregunta a la mente, nuestra identidad ha compartido las limitaciones de la misma, y sobre todo su inestabilidad. La mente sólo puede concebir de la realidad en términos de forma y movimiento, la forma es la limitación y el movimiento es la impermanencia.
La única identidad que hemos conocido entonces ha sido siempre moldeada por esta percepción, generando lo que llamamos cuerpo y mente. El cuerpo está compuesto de sensaciones físicas, cinco sentidos que nos permiten ver, oír, oler, probar, y tocar la realidad. La mente está compuesta de pensamientos y visiones que nos permiten abstraer la realidad. Tanto las actividades corporales como mentales se pueden englobar en percepciones, a través del cuerpo y la mente percibimos la realidad. Debido a que la realidad únicamente la podemos percibir a través de este vehículo, concluimos que la realidad entonces está compuesta de las limitaciones con las cuales la percibimos, y nosotros nos convertimos en el sujeto mientras que todo con lo que hacemos contacto lo llamamos objetos. Esta es una conclusión que se entiende cuando ignoramos nuestra verdadera identidad, y es la razón por la que hemos creado incontables modelos de la realidad basados en separación.
El centro del fallo de todos los modelos filosóficos y científicos está en el ignorar lo que es la base de la realidad. Todos se enfocan en diferentes postulados que contienen inherentemente la separación entre objeto y sujeto, dándole realidad primero al individuo y luego al mundo, como dos elementos evidentemente separados. Esto delata el uso de la mente para intentar comprender un universo que es creado por percepciones que naturalmente son limitadas, y entonces nace el universo material.
La autoconsciencia es la clave
En el modelo de la Ley del Uno, el concepto del complejo espiritual nos muestra la conexión que hay entre lo que percibimos como realidad, y lo que realmente somos. Para poder entender esto, vamos a examinar lo que nos dice Ra sobre la evolución de la vida, cómo las entidades de segunda densidad (animales y plantas principalmente) evolucionan hacia la tercera densidad (humanos en nuestro planeta).
La segunda densidad se esfuerza por alcanzar la tercera densidad, que es la densidad de la autoconsciencia, o conocimiento de sí mismo.
Ra 13.21
Los animales y plantas exhiben un movimiento y crecimiento que llamamos vida, y su propósito es el de alcanzar la autoconsciencia. Esta es la razón por la cual ningún animal o planta puede hacer preguntas, y ciertamente no se pregunta quién es. Sin embargo, es curioso ver en nuestras mascotas, incluyendo plantas, sus reacciones emocionales ante eventos que nosotros consideramos únicos para los humanos. Esto es porque los primeros destellos del complejo espiritual están teniendo efecto en el complejo mental de estas entidades. Gracias a que nosotros los humanos creamos condiciones de reconocimiento hacia ellos, en nuestras diversas maneras de hacerles sentir que existen, ellos empiezan a sentir que son una entidad independiente, con deseos y necesidades. Más que nada, es el amor que los ayuda a ensanchar ese reconocimiento de que tienen una eseidad.
Al igual que usas una vestimenta, tus seres de tercera densidad revisten a algunos seres de segunda densidad con la consciencia de sí mismos. Esto se realiza a menudo aprovechando la oportunidad de lo que llamas mascotas. 14.1
El esfuerzo tiene lugar a través de las formas más elevadas de segunda densidad que son revestidas por los seres de tercera densidad con una identidad hasta el punto de convertirse en complejos mente/cuerpo conscientes de sí mismos, convirtiéndose así en complejos mente/cuerpo/espíritu y entrando en la tercera densidad, la primera densidad donde hay consciencia del espíritu.
Ra 13.21
Este párrafo nos muestra en repetidas ocasiones lo que es el revestimiento del espíritu sobre una entidad de segunda densidad que se hace consciente de sí misma. Nota cómo Ra menciona explícitamente que los humanos revestimos de identidad a estas entidades, convirtiéndose en complejos mente/cuerpo conscientes de sí mismos, y consecuentemente en complejos mente/cuerpo/espíritu. La autoconsciencia y el espíritu van de la mano.
Dotados de autoconsciencia es que la entidad, ahora de tercera densidad, puede hacerse la pregunta que va a moldear toda la experiencia por vivir de su especie ¿quién soy? Y esta es la pregunta en la que estamos precisamente ahora, porque el desarrollo de nuestra identidad es lo que ha marcado la búsqueda de todas las civilizaciones, causando innumerables filosofías, religiones, guerras, culturas, países, imperios, en el deseo de establecer una identidad real. La respuesta que le demos a esta pregunta determina nuestra dirección de pensamiento, y por ende, la forma que tomará la realidad desde nuestra consciencia individualizada.
La resolución de esta pregunta, como ya hemos visto, ha sido estancada por la falta de una investigación que va más allá de la mente. Cuando examinamos la consciencia de un bebé, y su subsecuente formación a través de su crecimiento y maduración, vemos como la consciencia pura e indiferenciada pasa de ser absoluta y completa, a individual y limitada. Este es un proceso natural y saludable para el humano, que en su formación necesita comprender el vehículo por el cual experimenta la realidad, sintiendo que tiene un cuerpo por el cual explora el espacio, y una mente con la cual disfruta del tiempo. Sin embargo, el crecimiento o evolución espiritual aguarda ser llamado, reconocido, y activado.
Sin una indicación de parte de nuestros guardianes, padres y otros mayores, es muy difícil que podamos salir de la identificación establecida y reforzada por las percepciones naturales del complejo mente/cuerpo, y las influencias del entorno, social y cultural. La identificación con el cuerpo y la mente debe continuar su rumbo de investigación a través de lo que llamamos autoindagación, que vamos a explorar extensivamente en este taller, para poder revelar lo que realmente somos más allá de las percepciones. La consciencia es la base de esta investigación.