Clase de Cosmología y Ley de Atracción

Parte 1

En la Ley del Uno encontramos un orden del Cosmos en un modelo muy satisfactorio que unifica muchos de los conocimientos que tenemos en física, metafísica, filosofía, y conocimiento introspectivo.

En física, podemos comprender tanto los aspectos cuánticos como energéticos del universo, y cómo el espacio-tiempo nos brinda dimensiones que permiten que ocurran experiencias en el mundo físico. También podemos explorar las razones por las cuales el espacio-tiempo se manifiesta de esa manera en nuestra realidad.

Metafísicamente podemos indagar en el propósito más profundo de la experiencia en manifestación, lo que llamamos evolución del Creador hacia el Creador, de lo finito a lo infinito. Se amplía en la comprensión del tiempo/espacio como complemento a lo físico.

En filosofía podemos encajar muchos conceptos éticos y se explica la razón por la cual existe la negatividad, el deseo de conocer y saber más sobre la realidad, lo que Ra llama línea espiral ascendente, libre albedrío, karma, y otros conceptos que ponen en contexto nuestra experiencia como humanos en un planeta lleno de confusión.

El conocimiento interno, que sólo se logra a través de introspección es quizá la parte más relevante en la que se alude en repetidas ocasiones el reconocimiento de la unidad en cada uno de nosotros o, como decimos siempre, reconocer que eres el Creador. Esto es lo que más se debería estimular, y lo más relevante para esta clase.

Todo esto nos invita a estudiar el modelo cosmológico de la Creación de una manera cohesiva, donde podemos ver la armonía de un entendimiento conceptual que reúne todos los detalles que un buscador puede esperar del estudio físico y metafísico de la realidad. Cada detalle nos agrega una comprensión de cómo y por qué el universo es como es.

En varias partes Ra nos indica, de una manera muy sutil, la importancia de buscar en nuestro propio ser el balance necesario que es requerido para poder apreciar la creación de un modo que nos haga sentir en esa unidad que realmente somos, buscar el camino místico que es el camino de toda la energía en el cosmos.

“Los conceptos de espacio/tiempo y de tiempo/espacio son los que describen, lo más matemáticamente posible, las relaciones de tu ilusión: lo que se ve con lo que no se ve. Estos términos descriptivos son torpes. Sin embargo, son suficientes para este trabajo.

En las experiencias de la búsqueda mística de la unidad no es necesario tenerlos en cuenta, pues no son más que parte de un sistema ilusorio. El buscador busca el Uno. Este Uno debe ser buscado, como hemos dicho, por el yo equilibrado y que se acepta a sí mismo, consciente tanto de sus distorsiones aparentes como de su perfección total.

Descansando en esta consciencia equilibrada, la entidad abre entonces el yo al universo, que es. La energía luminosa de todas las cosas puede entonces ser atraída por esta intensa búsqueda, y allí donde la búsqueda interior se encuentra con el prana cósmico atraído, tiene lugar la realización del Uno.

El propósito de despejar cada centro energético es permitir que ese lugar de encuentro ocurra en la vibración del rayo índigo, haciendo así contacto con la infinidad inteligente y disolviendo todas las ilusiones. El servicio a otros es automático en la energía liberada generada por este estado de consciencia.

Las distinciones espacio/tiempo y tiempo/espacio, tal y como las comprendes, no se mantienen excepto en tercera densidad”.

Ra 57.33

Esta es quizá mi respuesta favorita en la Ley del Uno, primero nos deshacemos del espacio y el tiempo en ambas dimensiones, notamos que no es necesario para el propósito central de la búsqueda mística de la unidad. Si el espacio y el tiempo no son necesarios, entonces nada que sea contenido en ellos es relevante, las sensaciones y pensamientos forman parte de este sistema ilusorio.

Lo que queda entonces, para buscar la unidad, es la consciencia sin dimensiones que es nuestra base de ser, Ra la describe como el yo equilibrado que se acepta a sí mismo, consciente de lo que son sus aparentes distorsiones y al mismo tiempo de su perfección total. En esa consciencia equilibrada es cuando el yo se abre al universo que es, quiero resaltar bien esas palabras porque este es el momento de iluminación, donde el ser se da cuenta de que aquello que es, fundamentalmente, es el universo.

Ahora, uno pensaría que esta iluminación es algo reservado para yoguis o monjes disciplinados por décadas, y esta es una de las concepciones erróneas más graves en la era moderna y en desconocimiento de lo que es el camino místico. Se piensa con mucha certidumbre que, para alcanzar esta iluminación, como la explica Ra, debes pasar por un camino arduo y escabroso. Nota lo que dice Ra, que ahí donde la búsqueda interior y el prana cósmico se encuentran, se realiza el Uno.

“Esta energía [de la Consciencia Unitaria] nace de la aceptación humilde y confiada a través de la meditación y la contemplación del yo y del Creador”.

Ra 49.6

La energía de la consciencia unitaria nace en la aceptación a través de la meditación de uno mismo como el Creador. Esto es independiente de dónde esté fijada nuestra atención, o lo que llamamos kundalini. Recuerda que donde la búsqueda interior se encuentra con el prana cósmico atraído, tiene lugar la realización del Uno.

En un sentido práctico, en cualquier momento de nuestro día, sin importar nuestras prácticas ni conocimiento espiritual, siempre y cuando el enfoque sea en aceptación y amor a sí mismo, se abre ese canal de purificación y recepción del Creador dentro de nuestro complejo mental/corporal.

Cualquier entidad puede, en cualquier momento, despejar y equilibrar sus centros energéticos instantáneamente. Así, en muchos casos, aquellos que normalmente están bastante bloqueados, debilitados y distorsionados pueden, a través del amor y la fuerza de voluntad, convertirse momentáneamente en sanadores.

Ra 75.35

Ley de la Atracción

Parte 2

Entre las prácticas más llamativas, para los que comienzan el camino espiritual, está lo que llamamos Ley de Atracción, la cual establece que eres capaz de atraer a tu vida todo lo que deseas. Esto ha hecho que se vuelva la ley más popular en la era moderna, y como todo lo que es popular en una sociedad como la que vivimos, se presta para concepciones erróneas y notables intentos de aplicarla desde el ego.

Para poder hablar de esta ley, tenemos que primero entender cuál es la energía que atrae. Sabiendo que lo único que existe es el Creador, y que el propósito de la Creación es conocerse a sí mismo, entonces todo lo que se atrae es experiencia basada en nuestra sensación de identidad. En otras palabras, cómo me defino yo define mi experiencia. La energía entonces que se atrae es un reflejo de la energía con la cual me identifico. Como ya hemos visto, hay dos tipos de identidades con las cuales puedo vivir, la del ego o la trascendental.

El Ego intentando manifestar

Vamos a empezar por explorar lo que es la manifestación a través del ego. Esta identidad está basada en una sensación de separación, lo cual por su propia raíz comienza su manifestación como incompleto, o lo que llamamos escasez o pobreza. De modo que cuando el ego escucha sobre la ley de la atracción, inmediatamente genera pensamientos de “con esta ley finalmente podré ser completo”, y se embarca en un viaje de actividades para poder conseguir aquello que busca. Es como un río usando su propia agua para intentar llenarse más.

Para quienes están empezando este camino, en algunos casos es apropiado hacer una concesión inicial al ego al decirles que a través de la ley de la atracción van a conseguir aquello que les hace falta, lo que carecen. Sin embargo, como hemos establecido ya, lo que al ego le hace falta fundamentalmente es paz, tranquilidad, dicha, amor, o simplemente la completitud de su ser. Esto jamás se puede conseguir en objetos materiales o mentales, porque todos, como ya aprendimos en nuestra experiencia, son impermanentes. Por el contrario, aquello que realmente somos es inherentemente completo, en paz, dichoso y armónico.

La manifestación espontánea

Ahora, para abordar esta ley desde la identidad absoluta de nuestro ser, el deseo puro de nuestra verdadera identidad es simplemente experimentarse como desea, es representar y disfrutar la libertad de su propio ser. Este deseo nunca viene desde la escasez, porque esencialmente ya lo tiene todo y sólo quiere expresarlo. Dicho de otra manera, cuando hacemos contacto con esa energía manifestada a través de nuestra individualidad, la cual es espontánea y no requiere nada del exterior, estamos trabajando con energía infinita que quiere manifestarse a través de nosotros. La palabra abundancia se usa mucho en estas avenidas de manifestación, y aunque es un término adecuado para aludir a lo que sentimos en el núcleo de nuestro ser, quizá es más apropiado describirlo como infinitud.

Conocerte a ti mismo es, entonces, la base fundamental para poder manifestar desde la infinitud lo que es tu camino o propósito espiritual. Un claro discernimiento entre lo que es el ser separado que sólo puede pensar en términos de escasez, y el ser trascendental que sólo produce pensamientos de completitud. El maestro Jesús lo explicó de manera muy explícita en un par de ocasiones, y ahora podemos leerlo con estos nuevos ojos de entendimiento profundo.

Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

Mateo 25:29

Al que ya tiene el conocimiento de sí mismo le será dado más y más, porque no necesita nada fundamentalmente, y por ende todo lo que viene a su vida es nuevo y le suma más de lo que necesita. Mientras que el que no tiene conocimiento de sí mismo, se apega naturalmente por su sensación de que está incompleto y quiere mantener todo, y por la naturaleza del mundo cambiante, lo perderá. O al menos así lo va a percibir.

Parte 3

En este reconocimiento de quién realmente somos, podemos observar que sólo aquellos pensamientos que nos inspiran y elevan son los que pertenecen a nuestro ser manifestado, mientras que aquellos pensamientos que detraen de nuestro estado anímico son del ego o ser separado. En otras palabras, pensamientos positivos son la voz de nuestro ser, y los pensamientos negativos son la voz del ego.

Por eso es que los métodos para manifestar funcionan hasta cierto modo, sólo si son internalizados hacia el estado de abundancia que ya existe dentro de nosotros y que espera ser alcanzado. Por ejemplo, cuando intencionamos algún pensamiento o deseo, y esa intención es acompañada por un estado de inspiración y amor, estamos elevando nuestra frecuencia al estado natural del ser. Ese pensamiento entonces sirve como un medio por el cual elevar nuestro estado anímico a la frecuencia de presencia. Igualmente, cuando usamos visualizaciones, donde nos invitan a imaginarnos que ya tenemos el objeto deseado, y a sentir cómo nos sentiríamos si ya lo tuviésemos. Las afirmaciones también pueden verse como una especie de muletilla, un recordatorio a la mente de que somos abundantes, perfectos, llenos de la dicha y el amor. Todas son técnicas de repetición que promueven ese estado de completitud natural del ser.

Si bien todas estas herramientas tienen su mérito, podemos observar que son puentes para incentivar la misma sensación que tenemos al simplemente reconocer quiénes somos. Cuando estimulamos nuestra presencia constantemente, este estado comienza a tomar precedencia ante los pensamientos condicionados que inicialmente causan la sensación de incompletitud.

Así, hay dos procesos simultáneos que empiezan a trabajar en conjunto para manifestar, o mejor dicho a revelar, lo que siempre ha sido nuestra realidad perfecta, es como si nos abrieran los ojos a lo que siempre ha estado y que ahora podemos abordar y vivir sin confusión.

El primer proceso es el de constantemente reconocer lo que no le pertenece al ser manifestado, al Creador que se expresa auténticamente a través de nosotros, nuestra mente, o el continuo experiencial que representamos. Este es el proceso de depuración donde, descansando en nuestra verdadera identidad, podemos ver con claridad mental lo falso o la oscuridad que nubla nuestro ser espontáneo.

El segundo proceso es el de poder discernir entre el mar de pensamientos, aquellos que son la realidad del ser manifestado y por ende lo que nos impulsa a nuestro camino de cero resistencia, donde vivimos con mayor paz, dicha, agradecimiento y amor a todas las cosas. Este es un proceso de manifestación concomitante a la depuración de la mente. Este es el camino, la práctica permanece la misma: reconocer constantemente que eres la consciencia de la experiencia.

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